El mundo de la fotografía profesional no es un jardín de rosas, como ya habrás podido adivinar si eres un aficionado y conoces un poco del tema. Quizá por eso no hay muchas galerías dedicadas en exclusiva a hacer exposiciones fotográficas, y aquellos profesionales que han conseguido hacerse un nombre en este sector, prefieren exponer por libre, o hacerlo a través de publicaciones impresas o en formato online (nunca se podrá agradecer lo suficiente a internet la gran herramienta de comunicación que es para los artistas, jeje).
Puede que la fotografía, como arte, aún no haya alcanzado su punto cenit; quizá porque es algo de reciente aparición, con algo más de siglo y medio. En estas condiciones, es difícil competir con otras disciplinas artísticas que llevan milenios en activo (literatura, pintura, teatro…). Y es que cuando un arte depende solamente de uno de los sentidos para expresarse, eso todavía hace que sea más difícil su expansión. Y la temática siempre es importante en estos casos; pues de otra forma, si no hay un tema que realmente llame la atención previo a la exposición de la obra artística, no se espera demasiada demanda del supuesto público. Por eso, no se puede negar la estrecha relación entre arte y sexualidad que se ha dado a través del tiempo.
Y es que el sexo es uno de los motores que mueve al ser humano, casi tan importante como el alimento. Por eso, no es de extrañar que sea una fuente de inspiración inagotable para todo tipo de artistas, sea cual sea la disciplina que practican. Ni siquiera es necesario que sea un arte visual, pues la música también es capaz de beneficiarse de una inspiración sexual. Sin embargo, no se puede negar que la concepción que se ha tenido del sexo a través de los siglos ha ido cambiando continuamente; y por eso, su influencia en el arte también se ha ido modificando, aunque no el interés que no deja de despertar en cualquier época histórica. Pero hemos pasado de una antigüedad en el que la sexualidad se consideraba una de las funciones vitales del ser humano en su día a día, a ser considerada un tabú y querer ser prohibida y escondida casi como si se quisiera obviar su existencia. Y toda esta dicotomía siempre ha sido reflejada en el arte, con sus pros y sus contras.
¿Animamos a los fotógrafos amateur a tomar el sexo como un tema recurrente y así que se tomen interés en su arte? Bueno, perdona que te diga que eso ya ha pasado, si te fijas en la cantidad de fotos porno hechas de forma casera que pululan por las webs de adultos, e incluso por algunas de las redes sociales. Algunos de estos fotógrafos se han pasado definitivamente a la pornografía para probar sus habilidades artísticas; y todos sin faltar ni uno han echado mano del erotismo, cada cual interpretándolo a su manera. Y todo esto es una manera muy lícita de hacerlo, pues ¿cuántos fotógrafos profesional han hecho exposiciones de tinte erótico, aún sin querer llamarlas así, y han basado el éxito de su carrera en ellas? Parece un poco hipócrita llamarlas arte si las hace un profesional; y fotos guarras si las hace cualquier persona de a pie con ganas de aprender y experimentar con su cámara.
En sexualidad, todo vale para causar inspiración; y cualquier inspiración es buena si cumple su cometido, esto es, inspirar al artista. Un artista que no importa si ha hecho una foto o cien mil, o si las han visto diez personas o un millón: lo importante es que se ha sentido inspirado, y ha querido mostrar la expresión de esa inspiración al mundo.